Plata

Cuenta la leyenda que para finalizar la batalla de los dioses por tener poder absoluto en la Tierra, Ares mató a Hefesto tras arrojar al mundo deseado el collar de plata que colgaba de su cuello, al que dotó de dones excepcionales para que la paz reinara en la Tierra. Sin saber esto, Ares lanzó su ira hacia toda criatura viviente en ella. Su primer intento solo hizo que la inmensa plata que ahora abrazaba la Tierra se rompiera en dos, pero al segundo intento toda su violencia y fuerza se reflejaron en el perfecto metal y murió abatido por su propio poder de destrucción. La plata se redujo hasta adoptar la forma perfecta para el cuello de un ente de ese planeta y se unió por una gema de gran poder. El amor entre dos seres humanos puede traer la paz a los reinos divididos, pero la guerra entre humanos, elfos, semielfos y bestias decidirá si reina el bien o el mal.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Diez

  Tal y como dijo Neret que haría, en los siguientes tres días buscó y encontró algo con lo que Gala se podría entretener. Así que fue a su habitación para hablar con ella.
-¿Se puede? –preguntó dando tres toques en la puerta con educación.
-Si, adelante  –contestó.
-Tengo algo para ti, pero no puedo traértelo a la habitación. ¿Me acompañas fuera? –dijo tras abrir la puerta verde.
  Emocionada y desconfiada al mismo tiempo Gala asintió y salió al pasillo. Siguió a Neret hasta la entrada principal de la fortaleza y nada más salir torcieron a la derecha rodeándola. Caminaban por encima de grandes rocas que formaban un camino algo inestable y a su izquierda había más árboles de los que Gala jamás había visto. Árboles frondosos, de grandes hojas y troncos fuertes. De repente se pudo ver una gran explanada de hierba por la que Neret comenzó a caminar.
  Gala temía por lo que pudiera ocurrir, se habían alejado de la fortaleza y estaban solos. No sabía si pensar que Neret confiaba en ella o que algo malo pasaría.
-¿Sabes montar a caballo? –preguntó Neret.
-Mi padre me enseñó antes de morir… –respondió entristecida -. Pero hace mucho tiempo de aquello…
  Neret guardó silencio por un momento y entonces se detuvo.
-Ahí tienes tu entretenimiento.
  Gala levantó la mirada y vio un caballo negro precioso. Tenía unas patas fuertes, al igual que el cuello. Corría de un lado para otro mirando a Neret fijamente y las crines se le alborotaban con los movimientos bruscos.  
-¿No vas a acercarte?
-¿Yo? –preguntó Gala creyendo que Neret bromeaba.
-Es tu caballo, tendrás que domarlo tú. Tómate tu tiempo.
  Neret se alejó unos cuantos metros y se apoyó en un árbol frondoso. Esperaba con los brazos cruzados, haciendo notar sus músculos. Su melena negra colgaba por delante de su pecho, y tenía esa sonrisa ladeada que a Gala le hacía estremecer.
  Gala se armó de valor y se acercó poco a poco al caballo, pero este huía de ella. A veces adoptaba una postura desafiante y Gala sentía miedo, así que retrocedía varios pasos.
-Te he oído hace rato. Sal de ahí –dijo Neret sin moverse, en un tono que Gala no podía escuchar.
-¿Te has vuelto loco? –preguntó Draian saliendo de detrás de un árbol.
-Vamos, solo es un caballo.
-Un caballo salvaje. Gala se romperá todos los huesos del cuerpo si se acerca a él.
-No seas idiota. Ya está domado. Espero que no pensaras en serio que iba a dejarla sola con un animal salvaje…
-Pues la verdad…
  Neret le interrumpió con una risa.
-No sé que siento exactamente –dijo poniéndose serio y sin apartar la vista de Gala -. Solo sé que cuando me mira se para el mundo y dejo de respirar.
-Es lo más cursi y emotivo que he escuchado nunca.
  Neret giró la cabeza para mirar a Draian y le sonrió mientras levantaba las cejas.
  Entonces un ruido llamó la atención de ambos. Gala se había caído al suelo. Neret cambió totalmente la postura relajada que tenía apoyado en el árbol y se acercó rápidamente para ver si estaba bien. Mientras, Draian se volvió a esconder detrás del árbol.
-¿Te has hecho daño? –preguntó Neret a Gala mientras le extendía la mano.
-No. Quita.
  Gala golpeó la mano de Neret y se levantó sola.
-¿Te regalo un caballo y te cabreas conmigo?
-Lo haces a propósito.
-¿El que exactamente?
-Me regalas algo que sabes que me asustará y hará que me caiga mil veces –contestó mientras le daba un empujón con todas sus fuerzas en el pecho-. Y mientras yo me lleno de barro te quedas mirando, riéndote de mi.
  Gala volvió a golpear el pecho de Neret, pero este seguía sin inmutarse.
-Querías entretenerte con algo, preciosa –dijo con retintineo en la voz-. Y las cosas que entretienen no son fáciles de hacer.
-No vuelvas a llamarme así –dijo Gala mientras se alejaba de Neret, dirigiéndose hacia el caballo.
-¿O que? –preguntó Neret con una sonrisa picarona en la cara mientras la seguía.
-O te arrepentirás…
  Las palabras de Gala sonaban atrevidas, hasta que se sentía intimidada o ruborizada, entonces sonaban cobardes a la par que dulces. Neret soltó una sonrisa y volvió lentamente al árbol donde estaba escondido Draian.
-¿Crees que me ganaré su confianza? –pregunto Neret.
-Tal vez si, si la ves de vez en cuanto y dejas de ser tan bestia y de tenerla encerrada en la habitación –contestó Draian aun medio oculto detrás del árbol.
-Capto la indirecta…
-En semanas no le has dirigido la palabra y se ha pasado los días encerrada. Pero me dices cosas que hacen que piense que ella te interesa. No te entiendo…
-Me interesa, pero no quiero reconocerlo. Ella no parece estar interesada en mí. Aun así… la protegeré de todo.
-No puede estar interesada de la noche a la mañana en alguien que prácticamente la ha secuestrado, la ha golpeado, la ha…
  Neret habló y cortó sus palabras.
-Es dulce.
-¿Qué?
-Gala, es dulce.
-Pero también tiene carácter. Ninguno de tus soldados se atrevería a golpearte el pecho, eso seguro.
  Neret rompió a reír con los ojos fijos en Gala, que alejada de él intentaba acariciar al caballo.
-Aun así Draian… ¿Crees que es la indicada?
-Lo es. Y no debes dudarlo. Porque hay algo que está claro.
  Hubo unos dos minutos de silencio hasta que Neret cansado de esperar decidió hablar.
-¿Y que es? ¿Qué está claro?
-Mírala.
  Neret así lo hizo, y sonrió levemente.
-Ahí tienes tu respuesta –dijo Draian-. Jamás has sonreído al mirar a una mujer. Y no lo harás si no es por ella.
  Se alejó entre la espesura del bosque y Neret siguió apoyado en el tronco, aunque ahora mucho más pensativo. Pero algo hizo que su mente se pusiera en blanco por unos instantes. Gala se asustó por un sonido que su “mascota” hizo y se cayó al suelo, llenándose de barro.
-¿No tenías más sitio para caerte que el único trozo de barro que hay? –preguntó Neret entre risas a medida que se acercaba caminando a ella.
-Eres idiota.
-Yo al menos jamás me he llenado de barro por una caída.
  Neret levantó del suelo a Gala y la cogió en brazos sin ningún tipo de esfuerzo. Parecía que para él, Gala no pesaba más que la hoja más ligera del bosque.
-Tal vez por una caída no…
  Antes de que Neret pudiera entender las palabras de Gala, esta le había manchado la cara de barro con sus manos y se había escabullido de sus brazos. Neret comenzó a correr detrás de ella y sin duda, nada le costó alcanzarla.
-Ven aquí –dijo serio mientras la agarraba de un brazo y la daba media vuelta para que le mirara.
  Gala sintió pánico por un momento, él ya la había golpeado antes. Pero entonces Neret la acercó a su torso cálido, agarrándola por la cintura y le apartó un mechón de pelo de la cara, colocándoselo detrás de la oreja. Entonces ella se relajó y le miró fijamente a los ojos.
-A otra persona le habría cortado las manos –afirmó Neret.
-Eso solo quiere decir que eres un bestia.
-O que jamás te haría daño.
  Gala se ruborizó e intentó librarse de los brazos de Neret que la sostenían por la cintura. Pero este la agarró aun con más fuerza y se inclinó para rozar sus labios.
-Para –suplicó Gala con la voz entrecortada.
  Neret se detuvo en seco y adoptó de nuevo su postura firme.
-Vámonos –dijo.
  Comenzó a caminar en dirección a Drukan, ya se hacía de noche y a Gala le atemorizaba un poco el bosque, así que le siguió de cerca.
  Cuando llegaron, Neret desapareció pronto de su lado. Así que la joven fue directa a su habitación y tras darse un baño, se metió en la cama, esperando que al día siguiente todo siguiera bien con su protector, Neret.