Plata

Cuenta la leyenda que para finalizar la batalla de los dioses por tener poder absoluto en la Tierra, Ares mató a Hefesto tras arrojar al mundo deseado el collar de plata que colgaba de su cuello, al que dotó de dones excepcionales para que la paz reinara en la Tierra. Sin saber esto, Ares lanzó su ira hacia toda criatura viviente en ella. Su primer intento solo hizo que la inmensa plata que ahora abrazaba la Tierra se rompiera en dos, pero al segundo intento toda su violencia y fuerza se reflejaron en el perfecto metal y murió abatido por su propio poder de destrucción. La plata se redujo hasta adoptar la forma perfecta para el cuello de un ente de ese planeta y se unió por una gema de gran poder. El amor entre dos seres humanos puede traer la paz a los reinos divididos, pero la guerra entre humanos, elfos, semielfos y bestias decidirá si reina el bien o el mal.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Tres

  Gala fue arrastrada por los pasillos de los calabozos hasta que finalmente la empujaron a una mazmorra húmeda y oscura. Los dos soldados se acercaron a ella y mientras uno le soltaba las manos, el otro le rasgaba su largo vestido blanco, convirtiéndolo en una especie de camisón corto y ajustado en la cintura,  tal y como había pedido Reyen, “verla con una ropa más apropiada”, más apropiada para agradar a sus ojos. Después cerraron la puerta de barrotes negros y se alejaron por el mismo camino.

                                

 -Veo que habéis terminado vuestro trabajo –dijo Reyen a los dos soldados que acababan de entrar en la sala.
  Ellos asintieron con la cabeza al mismo tiempo y se pusieron firmes junto a la puerta.
-Bien hecho – dijo mirando las telas rasgadas del vestido de Gala que uno de ellos llevaba en la mano.
  Alejandro respiró profundamente, agachó la cabeza y cerró los ojos por unos segundos.
-Deja de culparte, de ser débil, de llorar y de arrepentirte –le dijo Reyen -. Mis soldados no hacen eso. ¿Está claro?
-Yo no soy un soldado –contestó mientras levantaba la cabeza.
-Eres un hombre inteligente, por eso eres mi mano derecha. Sé que sabes lo que te conviene hacer.
-Háblame de ese trabajo –dijo Alejandro mientras miraba a un punto fijo en el suelo.
-Quiero que vayas al norte, a Siliot.
-¿A Siliot? –preguntó sorprendido -. ¿Qué hay allí? Sólo es una pequeña aldea.
-Planeo atacarla. Averigua si Neret la defiende o sólo es una aldea abandonada en los alrededores de su reino.
-Neret jamás protege sus tierras.
-¿Cómo lo sabes?
-Es obvio, él es el líder más temido, nadie le ataca así que no tiene que defender nada.
-Puede que tengas razón, pero quiero estar seguro. Partirás dentro de dos días.
  Alejandro asintió con la cabeza y avanzó hacia la puerta de la sala.
-No vuelvas a tocarla –le gritó a un soldado mientras le quitaba de las manos los trozos del vestido de Gala.
-No des órdenes a mis soldados –dijo Reyen -. Quieres dejar tu trabajo así que ahora no eres más que ellos.
-Entonces puede ir a Siliot cualquier otro, ¿no?
-Que hagas mejor tu trabajo no quiere decir nada.
-De acuerdo… Si no quieres que les de ordenes, dáselas tú –dijo mientras abría la puerta -. Ordénale que no vuelva a tocarla.
  Alejandro salió de la sala y golpeó la pared del pasillo en un ataque de ira. Sabía que estaba perdiendo el respeto y la protección del líder, y eso le perjudicaría mucho. Reyen acabaría utilizándole y dejaría de tratarle como a un hermano. Mientras él salía de la fortaleza para respirar aire puro, Gala se ahogaba entre cuatro paredes. Estaba sentada, con la espalda apoyada en la pared del fondo. Intentaba encontrar una forma de abrir la puerta y salir corriendo, de escapar de ese lugar. Descansó la cabeza echándola hacia atrás y fue entonces cuando vio una pequeña ventana en lo alto de la pared. Se levantó corriendo y empezó a saltar para comprobar si llegaba a agarrarse a los dos barrotes que tenía, pero estaban demasiado altos. Al momento escuchó unos gritos, por suerte para Gala las paredes tenían en el medio un insignificante agujero desde el que se podía ver el calabozo que estaba al lado. Miró y vio a una chica, tenía la piel sucia y su pelo negro estaba revuelto.
-Hola –le susurró Gala cuando los guardias se alejaron.
-¿Te acaban de encerrar? –le preguntó con una pequeña sonrisa.
-Si. Parece que te alegras de ello…
-Lo siento… Hace mucho tiempo que no hablo con nadie…
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Seis meses.
  A Gala se le encogió el corazón, sabía que ella no aguantaría tanto tiempo.
-Tengo miedo –dijo Gala
-Yo también lo tenia la primera vez que me encerraron aquí.
-¿Ahora ya no?
-No… Porque lo que te hacen cuando sales de estas cuatro paredes es mucho peor que estar aquí sola encerrada…
-¿Has intentado escapar?
-No se puede salir de aquí. La única posibilidad es la ventana, pero algunas tienen demasiados barrotes.
-Esta ventana tiene dos.
-¿Sólo dos? –le preguntó extrañada -. No he visto ninguna que tenga menos de cuatro.
-Está demasiado alta así que tampoco importa cuantos barrotes tenga.
-Intenta agarrarte en las piedras de la pared. Esta será la única oportunidad que tendrás para escapar.
  Gala probó a hacer lo que la joven le había dicho, pero era mucho más difícil de lo que pensaba. Se cayó al suelo muchas veces, haciéndose  heridas en las manos, pero en su mente sólo había lugar para las palabras de la chica, “esta será la única oportunidad que tendrás para escapar”, así que lo siguió intentando hasta que finalmente alcanzó un barrote.
-¡Ya está! –dijo Gala.
-Ahora intenta…
  Un gran ruido cortó sus palabras. Gala se cayó al suelo junto con el barrote del que estaba prácticamente colgada.
-¿Estás bien? –le preguntó la chica.
-Si, estoy bien.
  Se escucharon unos pasos por el pasillo y Gala escondió el barrote detrás de ella.
-¿Qué ha sido ese ruido? –le preguntó un soldado.
-No he escuchado nada –mintió Gala.
  El soldado frunció el ceño y se alejó despacio. Gala respiró profundamente y volvió a intentar agarrarse al barrote de la ventana.
-Apóyate en el muro, suelta el barrote –susurró la chica.
  Así lo hizo Gala y a los pocos minutos pudo sacar su cuerpo al exterior. La ventana estaba a ras del suelo y se manchó el cuerpo con la tierra húmeda. Luego se agachó para mirar hacia dentro por la ventana y miró a la chica con tristeza.
-¿Cómo te llamas? –le preguntó Gala.
-Selene –contestó.
-Gracias Selene, no lo habría conseguido sin ti… -le dijo -. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?
-Toma –le dijo mientras se quitaba un brazalete de cobre y se lo lanzaba -. Si alguna vez pasas por Lutiat dáselo a mi madre, se llama Mireia.
-Te prometo que lo haré.
-Ahora corre –susurró -. No dejes que te cojan. Si lo hacen te matarán…
-Gracias… -dijo de nuevo Gala.
  Selene le dedicó una pequeña sonrisa y ella se alejó entre los matorrales hasta adentrarse en un bosque. La luz de la luna no era suficiente para ver donde pisaba y las sombras de los árboles le aterraban. Después de correr durante minutos sin descanso, su corazón comenzó a latir rápidamente al escuchar unos pasos de caballo. Intentó correr más deprisa mientras miraba cada poco el camino que dejaba atrás y derepente se golpeó en la cabeza con algo duro pero de tacto suave. Se cayó al suelo húmedo y antes de quedarse inconsciente sólo pudo ver una imagen borrosa de un caballo negro y a un hombre con armaduras acercándose a ella con decisión.


6 comentarios:

  1. Quieroo saber quien era el hombre! Me encanto el capitulo :)
    Pasate por mi blog

    XOXO

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  2. Que lástima por la chica que se queda dentro..
    Me gusta mucho este tipo de historias (:
    Esperaré el próximo capitulo con impaciencia.

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  3. Ohh por que acabaste ahi, quiero mas mas
    ohh pobrecilla selene tiene que salvarse que maja es coño si si :)

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  4. Gracias por comentar mi blog :)
    me encanto la entrada, te sigo ♥

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