Plata

Cuenta la leyenda que para finalizar la batalla de los dioses por tener poder absoluto en la Tierra, Ares mató a Hefesto tras arrojar al mundo deseado el collar de plata que colgaba de su cuello, al que dotó de dones excepcionales para que la paz reinara en la Tierra. Sin saber esto, Ares lanzó su ira hacia toda criatura viviente en ella. Su primer intento solo hizo que la inmensa plata que ahora abrazaba la Tierra se rompiera en dos, pero al segundo intento toda su violencia y fuerza se reflejaron en el perfecto metal y murió abatido por su propio poder de destrucción. La plata se redujo hasta adoptar la forma perfecta para el cuello de un ente de ese planeta y se unió por una gema de gran poder. El amor entre dos seres humanos puede traer la paz a los reinos divididos, pero la guerra entre humanos, elfos, semielfos y bestias decidirá si reina el bien o el mal.

domingo, 22 de julio de 2012

Ocho

  Neret y Gala salieron de la caseta de piedra y se dirigieron al comedor del castillo. La sala de suelo de  mármol blanco estaba llena de mesas largas y bancos. Del techo colgaban estandartes de color negro y en las paredes había ventanales  muy altos que llamaban la atención nada más entrar, pero no en el caso de Gala, que se moría por comer cualquier cosa de toda aquella comida que estaba encima de las mesas en bandejas de plata.
-Sírvete –dijo Neret dirigiéndose a Gala.
  Ella entró en la sala casi corriendo, habría actuado de forma más reservada y tímida de no ser porque en la sala no había nadie. Neret sonrió y se alejó por el pasillo.
-Hola Gala –dijo una voz desde la puerta a los quince minutos.
  Gala levanto la cabeza y miró aquella figura inconfundible. Su perilla y su melena rubia por debajo de los hombros le caracterizaba entre tantos soldados de pelo moreno. Entre algunos mechones mostraba dos orejas largas y acabadas en punta, ambas adornadas con dos aros color oro. Su tez, casi tan pálida como la de Gala mostraba unos rasgos faciales llenos de encanto y serenidad. Tenía una gran altura, pero no la suficiente como para sobrepasar a Neret. Era delgado y mucho menos musculado que los soldados que la joven había visto hasta entonces, pero seguro que era más ágil y sigiloso. Con el estómago lleno y la mente mucho más despejada que los últimos días, Gala al fin reconoció un elfo situado en la puerta y se quedó hipnotizada con sus ojos, parecían hechos de cristal verde. Y entonces aquella voz volvió a hablar.
-Siento que te encuentras mejor. Eso me alegra.
-Si, Draian  –dijo Gala -. Aunque la cabeza todavía me da vueltas. Ayer me di un buen golpe… –añadió mientras dejaba de comer y se limpiaba las manos.
-Bueno, estoy seguro de que eso se puede arreglar –dijo Draian acercándose al banco en el que estaba sentada Gala.
  Draian se sentó a su lado y puso la mano sobre la herida de la joven, con los labios entrecerrados dijo unas palabras que Gala no pudo comprender y entonces él apartó la mano y se levanto.
-¿Mejor? –preguntó.
-Mucho –respondió sorprendida a la vez que se tocaba la piel lisa y perfecta donde antes había una herida abierta.
-Estas llena de barro. Necesitas un baño.
-Si… puede que encuentre una bañera en las mazmorras. –bromeó.
  El elfo echó a reír y salió por la puerta. Gala sin dudarlo le siguió. Draian era el único que hasta ahora se había portado realmente bien con ella, estaba segura de que no dejaría que la hicieran daño delante de él.
-Espero que esta habitación sea de tu agrado Gala –dijo deteniéndose delante de una puerta azul ornamentada con hojas de color bronce -. Dentro tienes todo lo que puedes necesitar, incluso ropa que creo que te servirá.
-Puede que a Neret no le guste esto… –dijo Gala con miedo en sus palabras.
-No te preocupes. Es más bueno de lo que parece ser. Yo hablaré con él.
  Draian sonrió y se alejó con paso firme. Mientras desaparecía escaleras abajo Gala entró en la habitación y cerró la puerta con un pestillo enorme que tenía a la altura del cuello. Se dio la vuelta y pudo ver una cama más alta de lo normal al final de la habitación, tenía unas sábanas y una colcha que parecían de seda y algodón, el color rojo de estas hacia juego con las cortinas gruesas que colgaban del techo, y también con el armario que se encontraba a su derecha decorado con las mismas hojas color bronce de la puerta. Había una alfombra rectangular de color negro desde la puerta hasta la cama, parecía suave. Pero lo que más llamó la atención de Gala fue una puerta al fondo a la derecha que dejaba ver un suelo de mármol anaranjado con una bañera de cuatro patas del mismo tono. Fue directa a llenarla de agua tibia, quitándose lo que quedaba de su vestido por el camino. Se sumergió por completo en el agua y por un momento olvidó hasta el lugar en el que estaba.


  En el recinto de adiestramiento estaba Neret, con el pecho al descubierto y espada en mano, dando consejos a un grupo de sus soldados sobre como luchar.
-¡Neret! –le llamó a voces Draian desde lejos.
  El líder dejó su espada y los soldados continuaron practicando mientras él saltaba la valla para acercarse de una carrera a Draian.
-¿Qué pasa? –preguntó.
-He llevado a Gala a una habitación. En la segunda planta, al lado de las escaleras –dijo Draian sin temor a como pudiera reaccionar Neret.
-No se quedará ahí.
-Pero… No puedes encerrarla en una celda…
  Neret agachó la cabeza y levantó la mirada hacia Draian con una pequeña sonrisa.
-Quiero que duerma en la habitación que está al lado de la mía.
  Draian se quedó sorprendido.
-¿En serio? –preguntó sin creerse lo que escuchaba.
-Si. Draian, nunca te he tratado como un soldado, siempre has sido un hermano para mí. Me has aconsejado, me has guiado y siempre por el camino correcto. Si dices que estando ella aquí las cosas irán a mejor, se quedará aquí. Y si dices que es especial, no puedo dejar que esté lejos de mí, ¿no crees?
-Haces lo correcto –respondió con alivio y satisfacción -. Pero sabes que es muy rebelde, que algo dentro de ella intentará irse de aquí. Tendrás que tener paciencia.
-Intentaré tenerla, pero tal vez ella también tenga que tenerla conmigo.
-No la tendrá si la golpeas cada vez que hace algo mal.
-Me conoces Draian, nunca he tocado a ninguna mujer. No sé que me pasó por la cabeza en ese instante para golpearla.
-Lo sé. Tranquilo.
  Neret dio un toque en el hombro a Draian y caminó hasta adentrarse en el castillo. Tal y como suponía el elfo, Neret fue a la habitación de Gala, pero al intentar entrar vio que había cerrado la puerta con pestillo. En un acto de preocupación por lo que podría estar pasando dentro de la habitación y temiendo por las intenciones de Gala, dio una patada a la puerta azul y arrancó el cerrojo.
-¿Gala? –la llamó dando unos pasos hacia la alfombra.
  Entonces la vio, estaba en la bañera con el pelo mojado cayendo hacia el lado derecho de su cuello. Gala había perdido la noción del tiempo, estaba relajada hasta que Neret llegó y la sobresaltó con ese asalto a la habitación, haciendo que el agua de la bañera salpicara el suelo.
-Hola –dijo Neret de lo más natural acercándose lentamente a ella.
  Gala no entendía nada, acababa de arrancar el cerrojo de su habitación, ella estaba desnuda en la bañera y él se acercaba sin motivos para decir un simple “Hola”.
-Esto no es protegerme, parece una obsesión –le reprochó Gala.
-¿Sería un problema para ti que estuviera obsesionado contigo? –preguntó Neret agachándose al lado de la bañera y tocando delicadamente el pelo de Gala.
-Depende –respondió con timidez.
-¿De que?
  Gala guardó silencio, no sabía que responder. El torso de Neret seguía desnudo y eso la desconcentraba por completo. Tal y como suponía, Neret tenía unos músculos perfectos, y en el pecho algo de vello que le hacía aun más hombre.
-¿Puedes darme algo para taparme? –dijo evitando la pregunta de Neret.
  Él sonrió. Cogió una especie de sábana suave y negra y se acercó a ella. Gala se levantó, salió de la bañera y pisó el suelo de mármol frío. Neret, sin dejar de mirarla a los ojos la enroscó en la suave tela.
-Te llevaré a tu verdadera habitación –dijo Neret.
  Y la colgó de su hombro como si fuera un saco, mientras ella gritaba que la soltara y daba patadas al aire.
  Salió de la habitación por la puerta azul y Draian estaba justo allí, saliendo de la habitación de enfrente. Neret le miró y Draian arqueó una ceja. Y sin decir nada, el líder torció a la izquierda y se fue escaleras arriba. Draian le siguió con la mirada, pestañeó un par de veces y sin decir nada se fue, escaleras abajo. 

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