Plata

Cuenta la leyenda que para finalizar la batalla de los dioses por tener poder absoluto en la Tierra, Ares mató a Hefesto tras arrojar al mundo deseado el collar de plata que colgaba de su cuello, al que dotó de dones excepcionales para que la paz reinara en la Tierra. Sin saber esto, Ares lanzó su ira hacia toda criatura viviente en ella. Su primer intento solo hizo que la inmensa plata que ahora abrazaba la Tierra se rompiera en dos, pero al segundo intento toda su violencia y fuerza se reflejaron en el perfecto metal y murió abatido por su propio poder de destrucción. La plata se redujo hasta adoptar la forma perfecta para el cuello de un ente de ese planeta y se unió por una gema de gran poder. El amor entre dos seres humanos puede traer la paz a los reinos divididos, pero la guerra entre humanos, elfos, semielfos y bestias decidirá si reina el bien o el mal.

sábado, 14 de julio de 2012

Seis

  Tras un largo camino, Gala, Neret y sus doce soldados llegaron al anochecer a la fortaleza Drukan, situada en el reino del norte donde Neret lideraba.
 Gala bajó de Leteo con ayuda de Draian ya que seguía con las manos atadas. Nada más pisar el suelo miró el camino que habían seguido hasta detenerse, pero este desaparecía entre las sombras de la noche dando importancia al cielo levemente anaranjado en el horizonte, por encima de las muchas montañas que habían dejado atrás.  


               


  Neret llevó a Leteo a un edificio de piedra y madera que parecía ser una cuadra a juzgar por el suelo lleno de paja y las armaduras para caballos que se dejaban ver a través de la gran puerta de madera colgadas en una pared.
-Vive para él y para su reino –dijo Draian a Gala al observar como miraba a Neret.
-¿A que te refieres? –preguntó ella.
-A Leteo. Para él no es solamente un caballo.
 Neret apareció por detrás de Gala cortando la conversación con Draian y agarrándola por una muñeca la hizo caminar hasta la puerta del castillo.
-Llévala a lo que serán sus nuevos aposentos –le ordenó al guardia que estaba firme en la puerta.
  El soldado asintió con la cabeza a su líder y se llevó a Gala por los pasillos agarrándola de las cuerdas que ataban sus manos.
-No le hagas daño –dijo Draian dirigiéndose a Neret.
-Draian, eres mi mano derecha y mi mejor amigo desde hace muchos años, por eso deberías conocerme mejor que nadie y saber que no la tocaré. Ni a ella ni a ninguna otra.
-Te conozco mejor que bien, por eso estoy seguro de que si que la tocarás.
  Neret frunció el ceño, no entendía lo que Draian le quería decir, siempre era demasiado sutil y enigmático.
-Neret, he visto sus ojos, y he visto su corazón. En ella está tu liberación.
-Parece una buena chica, pero no es diferente a las demás. No me liberará de mi carga –dijo Neret mientras entraba en su castillo y se alejaba.
-Si lo hará… -susurró Draian a pesar de que Neret ya no podía escucharle.
  Pasadas las horas, las palabras de Draian no se iban de la cabeza de Neret, y este daba vueltas en su cama sin poder dormir. Se preguntaba así mismo que le ocurría, no podía dejar de pensar en esa chica de pelo anaranjado. Una voz dentro de su cabeza le decía que fuera a verla a su habitación para asegurarse de que estaba allí. Y eso hizo, no quería arriesgarse a perderla.
  Entró en más de veinte habitaciones y en ninguna estaba, así que fue a la puerta del castillo en busca del guardia al que le ordenó llevarla a sus aposentos.
-¿Dónde esta Gala? –preguntó al soldado.
-No sé quien es Gala señor.
-La chica que te entregué hace horas con las manos atadas. ¿Dónde está?
-La llevé a las mazmorras, como ordenasteis.
-Te ordené que la llevaras a sus aposentos –gritó.
-Lo siento… Creí que bromeabais, como tenía las manos atadas… Yo… Lo siento señor… -tartamudeó el soldado.
-No quiero que vuelva a ocurrir.
  Neret se apresuró a entrar en el castillo y después de recorrer tres pasillos bajó unas escaleras de piedra en forma de caracol para llegar a las mazmorras y comenzó a abrir todas las puertas de los calabozos hasta que la encontró. Allí estaba, con las manos atadas a la pared con una cadena de hierro. Estaba encogida, con la cabeza apoyada en la pared. Tenía los ojos cerrados y su melena ondulada y alborotada por la humedad caía por delante de sus hombros tapándole la cara en su mayor parte.
-¿Gala? –dijo Neret para asegurarse de que estaba dormida.
  No tuvo respuesta por lo que se acercó a ella y se agachó para estar a su nivel. Le apartó el pelo de la cara con suavidad y se lo puso por detrás de la oreja, mostrando así la piel pálida de su cara.
-Eres preciosa –susurró.
  En ese momento Gala abrió los ojos y se quedó quieta y asustada al ver a Neret agachado a su lado. Se había quedado dormida de agotamiento, ella solo pensaba en como escapar de allí.
-Siento que estés aquí, se supone que debían haberte llevado a una habitación donde podrías descansar en unas buenas condiciones, pero hubo un malentendido –dijo mientras le quitaba los grilletes.
  Gala quería salir corriendo, pero pensó que no era un buen momento, así que actuó de la forma más normal que pudo.
-No importa –contestó con voz dulce.
-Te llevaré a tu habitación. Sígueme.
  Gala se levantó del suelo húmedo y caminó en silencio detrás de Neret por los pasillos oscuros. Cuando llegaron a las escaleras de caracol Gala vio apoyado en la pared un palo grueso de madera de unos cincuenta centímetros. No dudo en cogerlo y mientras Neret subía ella le pegó con fuerza en la espalda, pero no con la fuerza suficiente como para que le doliera siquiera. Neret se dio la vuelta rápidamente y ella volvió a golpearle haciéndole una brecha en la ceja izquierda.
-Te arrepentirás de esto –dijo Neret.
  Ella soltó el palo y empezó a correr por los pasillos de las mazmorras, pensando que encontraría una salida, pero Neret corrió detrás de ella. No le costó ningún esfuerzo alcanzarla, y cuando la tenia delante la agarró por el pelo y la tiró al suelo poniéndose encima de ella como si estuviera sentado para que no pudiera levantarse.
-¡Suéltame! –grito Gala -. No tienes ningún derecha a…
  Neret cortó su frase pegándola en la cara. La cabeza de Gala pegó contra las piedras del suelo y la dejó inconsciente, así que la cogió en brazos y la metió de nuevo a su celda. Se tocó la ceja con los dedos de la mano y fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba sangrando. Cerró la puerta del calabozo con llave y miró a través de los barrotes a Gala. Recordó de nuevo las palabras de Draian y cerró los ojos para darse la vuelta y volver a su habitación.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. jajaja te dije que llegaría el día, solo necesitaba tiempo.

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  2. Uuh que ganas tenia de otra capitulo, se echaba de menos ^^

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  3. Me encanto la historia, muy bien narrada y profunda

    Me gusto mucho tu blog

    Besos y suerte!

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