Neret nunca tuvo mucha
delicadeza, no sabía como actuar con dulzura de continuo. Cuando quería hacer
algo lo hacia como una orden a sí mismo. Así que con Gala a hombros llegó a la
habitación que estaba al lado de la suya. La dejó en el suelo y le abrió la puerta
verde caballerosamente.
-Espero que sea de tu agrado
–dijo Neret.
Gala entró en la habitación y se sorprendió al ver que era totalmente
igual que la otra, excepto por el tamaño, esta era mucho más espaciosa.
-En la otra habitación tenía ropa –dijo Gala.
-En esta también y te aseguro que
te gustará mucho más.
-¿Eso quiere decir que te gusta
más a ti? –pregunto enfurruñada.
-Exacto –contestó mostrando sus
dientes blancos.
Neret cerró la puerta de la habitación dejando a Gala dentro y se fue
caminando despacio siendo consciente de que necesitaba su chaleco para
cubrirse.
-Al fin te encuentro. ¿Dónde te
habías metido? –preguntó Draian a Neret en la entrada principal.
-Yo estaba con…
Draian no le dejó acabar de hablar.
-Ya, vale. No haré comentarios al
respecto –dijo sonriendo -. Toma tu chaleco, supuse que lo buscarías.
-Oh si, gracias.
-Deberías hacerle un regalo
–sugirió Draian tras un corto silencio -. Lo he estado pensando y tal vez darle
algo significativo haga que se sienta más cómoda y que vea que aquí está bien.
-¿Un regalo?
-Si Neret, un regalo. Para ti es
difícil de asimilar, pero cuando una persona quiere a otra normalmente le
regala algo significativo.
-¿Desde cuando?
-¿Sabes que? Olvídalo
–dijo Draian desesperado -. No tienes que entenderlo, simplemente hazlo. ¿De
acuerdo?
-Está bien…
Draian sonrió.
-Te echo una carrera
–dijo el elfo mientras echaba a correr, sabiendo que Neret no tardaría dos
segundos en perseguirle.
Draian y Neret se comportaban como niños
cuando estaban a solas. Disfrutaban haciendo tonterías que delante de los
soldados no podían, especialmente Neret. Debía mantener la apariencia de un
líder duro, fuerte y justo. Aunque realmente lo fuera no podía permitirse el
lujo de tomarse un descanso y dejar de estar firme delante de cualquiera que no
fuera Draian, su mejor amigo desde antes de que pudiera recordar. Se protegían
mutuamente y maduraban en un abrir y cerrar de ojos si alguien podía verles. Su
amistad estaba basada en la confianza y reforzada por el tiempo. Ambos sabían
que nadie les separaría.
Pasaron dos semanas y a pesar de que Neret no
se acercó prácticamente a Gala por falta de tiempo, no hubo ningún intento de
huida por parte de la joven, así que podría decirse que fueron dos semanas
tranquilas.
-¡Cállate! –gritó alguien
desde el interior del castillo.
Neret estaba fuera con los caballos, y miró
para el ventanal del que provenía la voz masculina. Era el de la habitación de
Gala.
Corrió hasta llegar a la habitación de puerta
verde y por segunda vez arrancó el cerrojo debido a la preocupación que sentía.
Nada más entrar vio como uno de sus soldados agarraba las manos de Gala y la
mantenía pegada a su cuerpo. Sin vacilar, Neret se abalanzó sobre él,
recibiendo un puñetazo que hizo que su labio comenzara a sangrar, pero no dejó
de darle golpes hasta que solo quedó un cuerpo inconsciente en el suelo.
-¿Te encuentras bien?
–preguntó a Gala, que se encontraba de pie al lado de la cama, más pálida de lo
normal.
-Si… –susurró.
-¿Te ha molestado alguien
más?
-No…
Sin decir ni una sola palabra más, Neret
salió de la habitación y al segundo entraron dos soldados para llevarse el
cuerpo del hombre caído.
Gala se sentó en la cama sin pestañear,
añorando el calor de su hogar. Incluso aquel tiempo en el que podía correr
hacia Alejandro y sentirse amada. Pero eso era pasado, sabía que debía aguantar
allí, aunque a partir de ahora las cosas serían distintas. En las últimas dos
semanas había intentado no llamar la atención, algo casi imposible por las
ropas que Neret le había dejado en el armario, ya que eran chalecos y
pantalones cortos de cuero ajustado. No eran apropiadas para pasear con ellas,
ni para cualquier otra función. Tampoco había intentado huir, ni dio problemas
a Neret, pero a partir de ahora su comportamiento debería ser mucho más
rebelde, si no más soldados intentarían forzarla pensando que ella no se
resistiría.
Gala se dirigió al comedor después de unas
horas, al atardecer. Y bajó a la cocina por las escaleras de piedra que había
nada más entrar a la izquierda.
-¿Puedo ayudarte en algo?
–le dijo una mujer con amabilidad.
-No… Bueno… Yo me
preguntaba si podría ayudar en algo…
-¿Ayudar? –preguntó
sorprendida -. Esto es la cocina, no creo que a Neret le guste que estés aquí.
Deberías volver a tu habitación…
Un chirrido de una de las puertas de la
cocina llamó la atención de ambas. Draian había escuchado la conversación e
intervino en ella evitando una situación incómoda.
-Veo que has conocido a
la mejor cocinera de Drukan.
-No he tenido la oportunidad
de presentarme formalmente –dijo Gala.
-Lo siento –añadió la
mujer -. Me llamo Rebecca.
La cocinera tenía una larga melena ondulada
de color castaño, a juego con unos ojos algo más oscuros. Sus facciones eran
finas y su cuerpo delgado. Vestía con una falda anaranjada que llegaba hasta el
suelo, cubierta en una pequeña parte con un delantal blanco a juego con su
camisa, que estaba metida por dentro de la falda.
-Yo soy…
Rebecca la interrumpió.
-Gala. Lo sé. Todo el
mundo lo sabe.
De nuevo Draian intervino dirigiéndose a
Gala.
-Siéntate –dijo
amablemente señalando una silla que estaba al lado de una mesa, en el centro de
la cocina -. Estoy seguro de que Rebecca encontrará algo con lo que la podrás
ayudar.
Draian cogió con delicadeza el brazo de la
cocinera y la hizo avanzar pasando un par de arcos de ladrillo que llevaban a
otras salas de cocina. A esa distancia no podía escuchar la conversación que
mantenían, pero si podía verles. Draian parecía intentar convencer a Rebecca de
algo, y ella movía la cabeza de forma negativa.
De nuevo la puerta chirriante llamó la
atención a sus espaldas.
-¿Qué haces aquí? –dijo
Neret muy serio.
Gala señaló a Draian y a Rebecca sin dejar de
mirar a Neret.
-Me preguntaba si podía
hacer algo de utilidad. No puedo estar todo el día encerrada en la habitación.
-Yo te buscaré algo con
lo que entretenerte. Dame tres días.
Neret levantó la mirada hacia su amigo y
Rebecca, y Gala copió su gesto. Draian acariciaba con delicadeza el rostro de
la cocinera y la miraba como si estuvieran solos en el mundo.
Draian estaba enamorado, no había duda.
:O ohh que interesante esta todo, quiero mass :3
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