Amaneció en Drukan y Draian pasó por delante de la
habitación de Neret como siempre, de camino al comedor. Pero esta vez se detuvo
en su puerta y vio sangre en el picaporte dorado. No dudó, entró sin llamar.
-¿Qué ha pasado? –preguntó mientras miraba a su alrededor
buscando algún asesino.
-¿Qué? –dijo Neret sin saber que pasaba y con cara de sueño.
-Hay sangre en el picaporte de tu puerta –le informó Draian
acercándose a la cama donde se encontraba.
Neret tardó unos
segundos en contestar.
-Ayer tuve un problema, pero todo está bien –dijo al fin.
Draian no podía leer el pensamiento, pero si
podía adentrarse en el interior de las personas y sentir lo mismo que ellas
sienten, descubriendo así sus miedos, sus inquietudes o incluso sintiendo su
dolor.
-Tu interior está inquieto –afirmó Draian.
-Tenías razón… Respecto a Gala… Ayer la golpee –dijo
incorporándose en la cama.
-¿Tan pronto? ¿Qué pasó? –preguntó angustiado y con la
mirada llena de pena.
-La llevaron por error a las mazmorras. Fui a sacarla de
allí y me golpeó con un palo… ¿Te lo puedes creer? Ni un guerrero armado se
enfrentaría a mi y ella me golpea con un palo…
Por un momento
Draian soltó una pequeña risa.
-Neret, los guerreros saben quien eres, ella no. Por eso se
atreve a contestarte y a pegarte y se atreverá a mil cosas más con tal de salir
de esta fortaleza. Lo único que quiere es ser libre.
-Entonces que se vaya.
-Pero no tiene a donde ir…
-¡Por eso la traje aquí! –gritó Neret cabreado consigo mismo
mientras se ponía en pie -. No dejaré esto así Draian. Ella no tiene a donde ir
y yo necesito mujeres para mis hombres. Si intenta escapar otra vez le enseñaré
quien manda.
-Ella debe ser para ti, no para tus soldados.
Draian no soltó ni
una sola palabra más. Se dio la vuelta hacia la puerta y se fue.
Pasada
aproximadamente una hora Neret fue a las mazmorras.
-Despierta, ya has dormido suficiente –dijo mientras entraba
en la celda de Gala.
La joven estaba
tirada en el suelo, encogida a más no poder y por su frente había varias zonas
con sangre seca.
-Estoy despierta –dijo con miedo.
-Ven aquí –ordenó Neret.
-No soy un perro, no obedezco tus órdenes.
-¿Quieres quedarte encerrada aquí y morirte de hambre? Bien,
menos trabajo para mi –dijo mientras hacia el amago de cerrar la puerta de la
celda.
-¡No! ¡Espera! –gritó Gala levantándose del suelo.
Neret se detuvo
firme con la puerta entreabierta. Llevaba ropa de cuero negro que le daba un
aspecto aun mas temible y Gala se quedo mirándole durante unos segundos.
-Tengo hambre –susurró Gala con timidez.
-Tienes trabajo. Después comerás –dijo Neret serio y firme
mirándola fijamente a los ojos.
Gala asintió y se
acercó a él.
-Tú primero. Si corres ya sabes donde
acabarás.
-En el suelo… –añadió Gala triste.
Neret guió a Gala
por los pasillos y finalmente salieron a una gran explanada de tierra por una
puerta de madera más pequeña que la principal.
-Sígueme –ordenó Neret.
Gala miró a su
alrededor. Había soldados practicando con espadas en un recinto hecho con
vallas de madera vieja, también había hombres limpiando caballos y llevando
armaduras de una pequeña cuadra al interior del castillo. Ahora entendía por
qué Neret la dejó caminar detrás de él sin importarle, sin mirar hacia atrás.
No tenía escapatoria. Había demasiados soldados y las murallas de la fortaleza
eran altísimas. Así que no le quedó más remedio que obedecer.
-Entra –dijo Neret después de abrir la puerta de una pequeña
caseta de piedra -. Coge eso –añadió señalando a un cubo que tenía agua y a un
trapo que parecía estar limpio.
-¿Qué voy a hacer con esto? –preguntó Gala sorprendida.
Neret no contestó a
su pregunta y se limitó a sentarse en un unas vigas que hacían de banco al lado
de una de las ventanas. Gala no dejaba de mirarle así que él sin decir nada se
dio con la mano unos toques en la pierna izquierda para que ella se sentará y
le dedicó una sonrisa traviesa a la vez que feroz. Ella se acercó despacio y se
sentó en su pierna con el cubo y el trapo en la mano.
-¿Y ahora? –preguntó Gala.
Neret levanto por un
instante los ojos como si quisiera mirar a su ceja izquierda y volvió a centrar
la mirada en la chica.
-Está bien –dijo resignada.
Gala empapó el
trapo en agua y comenzó a limpiarle con delicadeza la sangre seca que había en
su cara. Fue entonces cuando se fijó realmente en todos sus rasgos. Tenía una
melena negra y más bien lisa que le llegaba unos tres centímetros por debajo del pecho, también barba de pocos días que le
hacía aun más atractivo y resaltaba su mandíbula algo ancha y perfecta, sus
ojos eran de un tono azul oscuro, tan oscuro como un día de tormenta. Sus
labios eran más bien gruesos, daban ganas de besarlos. A juzgar por la ropa
ajustada de cuero Gala diría que es musculoso y sin duda, con una gran espalda.
Lucía un collar de plata que se ensanchaba simétricamente desde el broche hasta
llegar a una piedra ovalada, negra y muy brillante.
Quedó
embelesada por completo y entonces decidió hablar.
-¿Qué vas a hacer conmigo? –preguntó con cara inocente
mientras continuaba limpiándole.
-Nada. Son mis hombres los que harán contigo lo que quieran
–respondió serio.
No era la respuesta
que Gala quería escuchar, llevaba mucho tiempo rechazando hombres y no
consentiría que unos desconocidos hicieran con ella lo que quisieran.
-Ningún hombre a mandado sobre mi nunca –dijo -. No dejes
que me toquen…
Gala paró de
limpiarle la sangre y le miró fijamente a los ojos para después agachar la
mirada.
-Hagamos un trato –sugirió Neret quitándole el trapo a Gala
-. Tú me obedeces y yo te protejo.
Neret comenzó a
limpiar la sangre que tenía Gala en la cabeza por culpa de su golpe y cuando
terminó la miró a los ojos.
-¿Trato hecho? –preguntó.
-Si, trato hecho.
Me gusta mucho la historia, esta muy original, te leo y espero que vayas publicando pronto!
ResponderEliminarTe sigo, me sigues?
Un beeeso!